Ceiba pentandra

Es una especie emergente en bosques húmedos, con una precipitación de 2.000-6.000 mm anuales. Aunque su distribución es amplia en todos los bosques húmedos, es una especie muy escasa, pues ha sido sacrificada por su madera. Ocasionalmente se encuentra creciendo solitaria en zonas de pastoreo o riberas de ríos y quebradas, sobre todo en suelos bien drenados y profundos. Sus semillas son dispersadas por el viento (Jiménez et al. 2011). Se distribuye desde México hasta el norte de Suramérica y Las Antillas, en Costa Rica en ambas vertientes y elevaciones entre 0 y 1200 m (2).

La madera es suave y usada para para fabricar botes, ataúdes, material de embalaje, pulpa de papel y como formaleta, entre otros usos. Las fibras que envuelven las semillas (kapok) se utilizan como relleno de colchones, almohadas, salvavidas y en tapicería (2).

La decocción de las raíces es empleada en casos de edema. La corteza macerada tiene propiedades diuréticas y galactogogas, y se usa para tratar la gonorrea y la malaria. La decocción de los brotes tiernos tiene propiedades contraceptivas y la de las hojas se recomienda para aliviar resfriados y la irritación de la garganta. La decocción de las flores se toma contra el estreñimiento. Las semillas contienen hasta 25% de ácidos grasos, usados para fabricar jabones y lubricantes, pudiendo ser de consumo humano luego de su refinamiento (3).

El ceiba es un árbol con muchas tradiciones religiosas y culturales asociadas. Según los antiguos mayas, que lo consideraban sagrado, el paraíso está en un lugar donde crece una Ceiba y bajo sus ramas, descansan los hombres de las fatigas y agonías de la tierra. Su hermoso follaje sirve de amparo y el hombre puede disponer de exquisitas comidas y bebidas, las cuales no se acaban jamás (4).